Lecciones de un accidente de coche: ver con los ojos del otro

Hay gestos mínimos que lo transforman todo.

Una palabra, una pausa… una línea. A veces no hace falta más que eso para que el mundo —o un dibujo— se dé vuelta.
Hoy quiero contarte algo que me enseñó Bruno cuando tenía apenas cuatro años. Un momento que me hizo entender que la creatividad no es siempre hacer algo espectacular o nuevo, sino aprender a ver con otros ojos.

Desde muy pequeño, Bruno tenía una obsesión con los coches. Pero no con cualquier coche: le fascinaban los antiguos, los de colección, los que salían en películas de los años 60 o 70. Su favorito era Herbie, un coche de VW, modelo beetle, color blanco y con el número 53.

Podía reconocer marcas, logos, modelos. Los dibujaba una y otra vez con una precisión que nos dejaba pasmados.

Un día, dibujó un coche beetle (uno de los tantos que solía dibujar) con una perspectiva tridimensional que me pareció increíble.

– Lo miré y le dije: “¡Está perfecto!”
– Y él me contestó: “No, mamá… ha tenido un accidente.”
– Me reí. “¿Cómo que se ha accidentado? Si está perfecto.”
Entonces, sin decir nada más, agarró el lápiz y trazó una línea en el techo del coche.
-“¿Ahora lo ves, mamá? Está dado vuelta.”

WOW!

Me quedé sin palabras.
Porque sí, ahora lo veía.

Un simple trazo lo cambió todo. El coche estaba volcado. La línea se había convertido en la carretera. Pero yo no lo había visto. Estaba mirando con mis gafas de adulta. Con mis limitaciones. Con mi forma de interpretar el mundo. Bruno lo estaba mirando con las suyas: abiertas, exploradoras, donde todo es posible y no existe el “debe ser así”.

Reflexión: Ver más allá de nuestras propias gafas
Esa línea en el techo del coche me enseñó algo que no olvidé más: nuestra mirada no es la única. Nuestra interpretación, por creativa que se crea, también está limitada por nuestras experiencias, creencias, cultura, edad, emociones, y hasta por nuestro estado de ánimo.

La creatividad se amplía cuando somos capaces de salir de esa burbuja. Cuando dejamos de ver el mundo solo desde nuestro ombligo. Cuando nos atrevemos a mirar con los ojos de otro.
Por eso es tan importante exponernos a otras formas de ver. Ver una película que no entenderías a la primera. Leer un libro que no elegirías. Escuchar a alguien que piensa distinto. Ir a un museo que no va con tu estilo. Escuchar música de otro país. Dejarte tocar por una historia que no es la tuya.
Ahí, justo ahí, es donde se ensancha la creatividad.
Donde aparecen nuevas líneas que cambian el dibujo por completo.

Y tú, ¿qué línea podrías dibujar hoy?

Tal vez no hace falta que inventes algo nuevo hoy. Quizá solo hace falta un pequeño gesto, un cambio de ángulo, una línea distinta.
Para mirar tu día desde otro lado.
Para entender a alguien.
Para salir del atasco.
Para imaginar una nueva posibilidad.

La creatividad empieza muchas veces con eso: una línea, un trazo, una nueva forma de mirar.

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